Leyla Cárdenas Valencia

Quantum of Solace (2008), la segunda película de James Bond con Daniel Craig como el icónico espía al servicio de Su Majestad, fue por 15 años la moraleja sobre lo que pasa cuando el gremio de guionistas (Writers Guild of America) no obtiene lo que cree merecer en su rol como columna vertebral de Hollywood. La cinta fue una de las afectadas por la huelga de la WGA que duró 14 semanas, de noviembre de 2007 a febrero de 2008.
De acuerdo a Craig, él mismo tuvo que sugerir reescribir escenas en plena filmación.
El equipo de producción recibió un primer borrador del guión horas antes de que empezara la huelga y trabajaron con este, resultando en una trama difícil de seguir, una de las películas peor calificadas de la franquicia entera. Se necesitó una Skyfall cuatro años más tarde para recuperar la simpatía de las audiencias, y una cinta como esa es milagrosa.
El 2 de mayo de este año, después de 6 semanas de negociaciones fallidas, la WGA se declaró en huelga por primera vez desde aquel año en que docenas de producciones tanto de cine como televisión se vieron paralizadas y en casos como el anterior, apresuradas hasta entregar productos finales mediocres que le costaron a la ciudad de Los Ángeles 2.1 mil millones de dólares.

La causa, como aquella vez, es la búsqueda de salarios más justos. La diferencia ahora es la presencia de los grandes servicios de streaming como Netflix, Disney + y Prime Video, cuya existencia no se contemplaba en 2008 cuando se negociaron mejores pagos.
Ahora, los guionistas argumentan que el modelo de negocio de estas empresas afecta particularmente sus residuales. Estos son los pagos que debe recibir el equipo de una película, serie o programa de cualquier tipo por la reproducción o retransmisión de lo que crearon.

Por ejemplo, la constante retransmisión en televisión por cable que sigue pagando las mansiones del elenco de Friends a 19 años de que acabó la serie. En el caso del sindicato de guionistas, actualmente algunos de estos pagos son de tres centavos por episodio en streaming.
Aparte de estas quejas, otro problema de esta nueva era es el ritmo de trabajo en la televisión. Mientras que en el modelo tradicional un guionista podía tener empleo asegurado durante los nueve meses que se transmitía una temporada típica de televisión -de otoño a primavera-, la situación actual es mucho más inestable.

El modelo preferido del binge-watching (estrenar todos los episodios de una temporada al mismo tiempo, como con Stranger Things), combinado con menos temporadas que en sí son más cortas y el hábito de cancelar algunas de estas series antes de que encuentren una audiencia, resulta en un panorama que obliga a estos escritores a buscar un nuevo empleo constantemente.
Ya sea que se trate de una evolución inevitable de la producción televisiva y cinematográfica a la que los equipos se tendrán que adaptar, o de una explotación que deja fuera de la ecuación de los dividendos a los artistas, lo cierto es que la actual sobreproducción de las empresas de contenidos garantiza estrenos al menos hasta el siguiente año, pero no asegura que estos sean de calidad sin las personas que construyen sus bases. Quizás solo en unos meses nos daremos cuenta del impacto real de esta huelga en la fábrica de sueños.
Twitter: @leylanocontext






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