René Cárdenas Andrade

El humano simplemente no puede controlar su sed de seguridad. Y es que es tan natural como tener hambre… o ir al baño
Repetimos una y otra vez que sólo existe el hoy. Que el mañana y el ayer no debe importar rezan cientos de post en redes sociales.
Mucho optimismo diría yo, pero hay que reconocer que la enorme mayoría teme al futuro. Nos lo decimos, la muerte es inevitable, la enfermedad llegará a todos con el desgaste del organismo.

¿Cómo podemos evitar ese desenlace? imposible. ¿Cómo podemos hacerlo más llevadero? si duda alguna, con el dinero maldito que nada vale… corrección, vale y vale mucho.
Al ser todos vulnerables al paso del tiempo, los políticos, de cualquier nivel, piensan en cómo sus vidas pueden ser más placenteras. No importa su discurso, quizá el pueblo les importe mucho, pero no tanto como ellos mismos y los allegados.

No por nada para muchos es importante… ¿dije importante? es vital, tener acceso al dinero. Si el discurso habla de comunismo, de izquierda, del ‘poder para el pueblo’, da igual, el objetivo es el mismo. ¿Qué mejor manera de hacerlo cuando se dispone del erario casi a voluntad?
No es extraño que cada hijo de funcionario se convierta en lo que llamamos ‘mirrey’ una vez que papi asume el cargo
Puedo hablar de las lindezas de mi país, pero enviar a un pariente a estudiar a Europa. Puedo pedirle a la población que se limite a un par de zapatos, mientras mis cercanos y yo usamos ropa cara. Aún así, Juan Pueblo llega a creerles.

La sed de poder sólo es por dos razones. Mejorar la condición económica de los propios o sólo por vanidad. No hay más. ¿Quién en su sano juicio aspira a ser el centro de atención por bueno?
Y no aprendemos
¿Cómo llegan estas joyas a convencer a millones? El hartazgo es la respuesta. ‘La gente se cansa de tanta pinshe tranza’ dijo alguien por ahí. Es el saqueo a las naciones enteras, la diferencia social, el rencor y demás factores que se enraizan. El comunismo, palabra que proviene de vivir en algo así como una ‘comuna’ emerge como solución.

El deseo de que los acomodados ‘sufran lo que sufre el pueblo’ de que el patrón viva en las mismas condiciones que sus trabajadores, son sentimientos que surgen y si aparece alguien que alce la voz, que insulte, que se vista modestamente o que conduzca un vehículo humilde, enamora a las multitudes… un bravucón en toda la extensión de la palabra, caemos rendidos ante el discurso mesianico
Pero no es extraño que a los minutos de tomado el cargo para el que el pueblo lo eligió, resurjan esos deseos de ‘vivir bien’ algo de lo más pegado al sentido humano… vivir bien sin que nadie nos cobre… BRAVO!!!

Y como funcionó para uno… hay quienes buscan desatar el mismo sentir, chocantes hasta la médula en redes sociales, pagan espacios en medios, en twitter. Al menos yo no comprendo cómo rebambaramas se puede adular tanto a alguien sin cobrar por ello. El bravucón le da resultado al pueblo…pero es hora de convencernos de que los tratados, acuerdos y convenios con otras naciones con las que compartimos el planeta a punta de gritos, insultos y amenazas. Muchas gracias
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