*TOMADO DE EL DIARIO DE SONORA

René Cárdenas Andrade

La experiencia te dice que, en redes sociales, ni es bueno opinar de todo, ni responder a todos.

Cinco entradas, nueve hits, tres de ellos acabaron atrás de la barda, nueve carreras… y cuatro ponches fue la labor del sonorense Héctor Velásquez la noche del jueves en su debut en Grandes Ligas.

El derecho de 28 años sufrió su primera derrota y los números pudieran no impresionar a nadie. Pero es un hecho que una de las mejores organizaciones de las Mayores decidió confiar en él y eso no se da por ‘palancas’

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Héctor Velázquez se convirtió en el jugador número 123, nacido en México, que debuta en Grandes Ligas.

Los Medias Rojas pelean el liderato del Este de la Liga Americana, ayer amanecieron cuatro juegos atrás de los Yanquis de Nueva York. Saben bien que perder un partido puede pesar allá a fines de septiembre.

Hay que recordar que Velázquez, nacido en México número 123 en llegar a estas instancias, no aterriza por la puerta grande como por ejemplo lo hizo Julio Urías, quien desde hace rato es una promesa de los innombrables… los Dodgers pues.

Va tener que remarle mucho si quiere mantenerse en la rotación que ya de por si sufre la ausencia del zurdo David Price quien no ha hecho un lanzamiento en lo que va de la campaña.

 

Marineros quejosos

La noche del viernes andaba de mitotero en Facebook, ya sabe usted, se entera uno de cada cuento que no le interesa. Pero uno me llamó la atención.

El jugador venezolano Alberto Querales, de los Marineros de Ensenada, de la Liga Norte de México (LNM) fue agredido a pedradas por un grupo de bestias (no puedo llamarlos ‘aficionados’ que estaba detrás de la barda del estadio Antonio Palacios. Una de esas rocas le dio justo en la cabeza. Ya imaginará la herida del pelotero y la indignación.

Pero me atrae el hecho de que el estadio en mención se encuentra en Ensenada. Sí, en casa del mencionado jardinero se dio el ataque.

Los Marineros publican una carta. Claro, obvio, con la indignación que corresponde al caso. Le exigen a la autoridad (la policía pues) que ofrezca las medidas de seguridad para peloteros y público.

Aquí es donde el clutch no acaba de entrar. ¿La seguridad, en este evento, particular, no le toca al equipo de casa?

Tampoco sé si le dieron al jugador en la cabeza al primer pedradón, pero parece obvio que no había quién los controlara allá atrás de la barda… y eso, señores, en cuanta plaza deportiva he visto, es responsabilidad del local, en este caso, de los mismos Marineros. Muchas gracias.

Comentarios: ultimodown@gmail.com

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